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miércoles, 4 de julio de 2012

PIERRE BAYLE: DICCIONARIO HISTÓRICO Y CRÍTICO













QUERIDOS AMIGOS:








Ayer mismo ha salido de la imprenta el primer tomo de los veinte previstos de la edición española del "Diccionario" de Pierre Bayle: creemos que la editorial, cuya referencia de enlace va anotada arriba, ha hecho una pequeña joya.





           Pierre BAYLE nació en 1647 en Carla-le-Comte, localidad pirenaica de Francia que actualmente lleva su nombre (Carla-Bayle). De rica y compleja personalidad y enorme erudición, protagonizó en carne propia, en medio de las tensiones y disputas religiosas de su siglo, los vaivenes y alternancias que, singularmente en Francia, se dieron entre el catolicismo y la religión calvinista reformada. Su vida, presidida siempre por dificultades económicas, no sólo pasó por adherirse durante breve tiempo al catolicismo sino que, una vez reincorporado al protestantismo, le obligó a transitar por distintos trabajos y lugares –Toulouse, Ginebra, Rouen, Sedán, París…- hasta recalar en la misma Holanda que, por su libertad y tolerancia, había proporcionado serenidad de espíritu y trabajo a su compatriota Descartes: allí, en la ciudad de Erasmo, vivió desde 1681 hasta su muerte.

              El reconocimiento académico nunca le llegó de lleno, pero es lo cierto que Bayle mostró siempre más pasión por el estudio y la escritura, a los que se entregó de forma tan intensa que en varias ocasiones hizo flaquear su salud, que por la enseñanza. De hecho, su etapa docente apenas ocupó veintitrés de los cincuenta y nueve años que vivió, primero como preceptor privado –entre 1670 y 1675- y después como profesor universitario –entre 1675 y 1693-; en este último año, destituido de su cátedra holandesa por iniciativa de sus propios correligionarios calvinistas, se dedicó en cuerpo y alma a la redacción de su Diccionario histórico y crítico, que aparecería por primera vez en 1697, y posteriormente a su revisión y a la defensa del pensamiento publicado en ésa y otras obras suyas.


          Aunque la publicación del Diccionario obtuvo un inmediato y notable éxito, Bayle nunca logró zafarse de los recelos y diatribas que su espíritu insobornablemente independiente despertaba y murió en 1706 en Rotterdam, sin renunciar a la firmeza de sus propósitos críticos, en parecida soledad a la que presidió toda su vida.